domingo, 4 de mayo de 2014

HE VISTO... 47 Ronin



Dirigida por Carl Erik Rinsch y protagonizada por Keanu Reeves, "47 Ronin, La leyenda del Samurái" está basada en una leyenda japonesa del siglo XVIII, que aún hoy se enseña en las escuelas como ejemplo de honor y lealtad.

Situada en el japón feudal, nos cuenta la historia de Kai, un mestizo japonés-británico (anda, qué novedad) que, siendo un niño, fue encontrado, perdido, por Asano Naganori, señor de la región de Ako, y acogido entre su pueblo. A pesar de ser rechazado como samurái, por su origen medio británico, es un gran guerrero, enamorado Mika, la hija del señor. Tras la ejecución de su señor es exiliado junto a Oishii (Hiroyuki Sanada) y los 47 Ronin (los ronin eran los samuráis sin señor, porque había muerto o porque habían sido desterrados por él). Se verá obligado a unirse a ellos, regresar a Ako para vengar la muerte de su señor a manos de un traidor, rescatar a su amada y recuperar el honor perdido.

La película se deja ver, pero no por la acción que promete, que es bastante escasa. Ya estamos curados de espanto con leyendas japonesas, con películas de samuráis o de ninjas. Ya no nos llaman la atención los trucos baratos que nos intentan engatusar con los metros y metros de tela que tiene un kimono. Ya no nos vale una simple coreografía con espadas y saltitos. No, ya no. Si catalogas una película como "de acción" que esté bien surtida de acción, ¿no? Pero si  intentas mantener la calma narrativa de un drama oriental, tienes que hilar muy fino para que ambas partes se compensen.

Por suerte estas partes calmadas, que nos cuentan, casi a modo de documental, las costumbres, ritos, códigos de honor y demás parafernalias, son las que nos dejan ver la película, y sólo si te interesa mínimamente el japón feudal y sus maneras. Ya os digo que las "escenas de acción" y las "difíciles pruebas" a las que se tienen que enfrentar para volver a casa no son el fuerte del film. Tampoco se nos presentan unos personajes definidos o sobre los que nos podamos interesar, además de que algunas partes incrustadas por ordenador (incluyendo algún contrincante que otro) se ven a kilómetros. Un pequeño despropósito, vamos.

Así que  podemos disfrutar tranquilamente de diferentes ceremonias y costumbres, combates de exhibición entre guerreros samuráis de diferentes regiones, con sus presentaciones ostentosas, sus katanas, sus armaduras clásicas... O el rito de la muerte mediante harakiri, con todos los honores que esto merece, su kimono blanco, su cartita de despedida, su asistente para la muerte, su público... O una boda de la época feudal, a tope de vestuario, maquillaje y peinetas con colgajos. Todas estas muestras de la cultura japonesa, más cercanas a una película de género histórico que de acción, son las que hacen aguantar un poco el ritmo lento y falto de atractivo visual de la peli.

Imágenes bonitas, bien compuestas y muy bien ejecutadas, que, finalmente, no compensan para aguantar la lentitud de la trama y mantener el interés del espectador, sepa o no de esta leyenda clásica.




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