jueves, 17 de abril de 2014

HE VISTO... Her


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Nos situamos en Los Ángeles, en un futuro cada vez más cercano, donde todo el mundo depende de un sistema operativo para comunicarse, leer y enviar correos, escuchar música o realizar las compras. En él vive Theodore (Joaquin Phoenix), un solitario escritor, que se pasa el día entero hablando con su sistema operativo, ya sea en su puesto de trabajo, dictando cartas “a mano” que desconocidos encargan para sus seres queridos, o en su tiempo libre, que no comparte con nadie desde su divorcio con Catherine (Rooney Mara).
En un mundo donde la tecnología prima por encima de lo demás, anuncian nuevo sistema operativo, basado en los principios de la Inteligencia Artificial, creado para satisfacer todas las necesidades del usuario, que aprende de sus propias experiencias y evoluciona constantemente. Theodore se lo compra y poco a poco, Samantha (Scarlet Johansson), un S.O. con carisma, divertido, curioso y muy inteligente, se convierte en el pilar fundamental para volver a sentirse ubicado en el mundo, redescubrirlo a través de “Ella” y volver a creer en el amor.
Her es un drama-comedia romántico con los mismos elementos que cualquier otra película, pero contada por un genio del rodaje, Spike Jonze, autor de obras tan particulares y grandes como El ladrón de Orquídeas, Donde viven los monstruos o Cómo ser John Malcovich. Mr. Jonze nos trae una historia de amor como otra cualquiera: con citas que nos cuentan cómo se descubren el uno al otro, mientras Samantha va descubriendo el mundo, con crisis, reconciliaciones, estancamiento y declive. Una historia de amor al uso, sólo que introduciendo pequeños cambios, a veces desconcertantes, para superar algunos impedimentos físicos. Una historia de amor contada desde una perspectiva totalmente nueva y diferente.
Todo el peso del guión recae sobre un siempre sorprendente Joaquin Phoenix, quien realiza un enorme trabajo interpretativo, al no contar con una réplica física y tener que expresar él sólo cada momento de una relación de dos. El trabajo de Scarlett Johansson, de la que sólo oímos su voz, también es espectacular, capaz de expresar diferentes estados de ánimo y hacer que asumamos su presencia como si estuviera en pantalla.
Pero lo realmente espectacular y atrayente del film es, que todo él, es un tratado artístico y visual sobre los contrastes y similitudes entre el mundo real y el virtual, reflejados en una ambientación colorista, y las relaciones entre ambos mundos. Una obra que invita a la reflexión sobre las relaciones humanas, sobre las relaciones humanas dentro de la nueva sociedad, comúnmente conocida como “redes sociales”, y sobre las relaciones humanas con softwares modernos. ¿Cómo dejar de pensar en qué va a desembocar Siri, el moderno sistema operativo de IPhone y cómo influirá esto en personas con problemas para relacionarse?
Así se nos muestra un mundo con colores apagados, que representa la soledad del mundo virtual, contrapuesto a los colores vivos de algunos escenarios y del vestuario de Phoenix, que representa el aspecto humano y sus sentimientos. Y, salpicando ambas escenografías, escenas con luz suave que nos van contando, mediante flashbacks, partes del romance con Rooney Mara, comparando la relación entre personas y la relación entre una persona y un software.
La narración es bastante lineal, como cualquier historia de este tipo, pero así nos deja espacio para reflexionar en lo que nos hace enamorarnos de alguien, en este caso de algo, y las formas en que la nueva tecnología nos acerca y nos aísla del resto de personas.
A pesar de la monotonía de la narración la película no se hace aburrida, pues, además de unas líneas de guión muy entretenidas (nadie diría que es la ópera prima como guionista de Jonze) nos encontramos ante un lirismo cinematogáfico del que pocos directores pueden presumir.
Asistimos sin apenas darnos cuenta a varios momentos marcados por la realización, ya sea con composiciones diagonales o con travellings y zooms estratégicamente pensados, que nos van marcando los cambios en el entorno del protagonista y que marcan el ritmo de la cinta. A resaltar el momento en que Theodore se ve superado por la situación y, tras él, un águila cazando se proyecta en una pantalla de plasma gigante y parece que la presa es él. Gran simbolismo que hace darnos cuenta de que, no es que lo parezca, es que, lo miremos por donde lo miremos, los humanos no tenemos oportunidad ante una inteligencia artificial, que no muere, que nunca falla, que tiene una capacidad de conocimiento ilimitado y un procesamiento de datos múltiple.
Para terminar, y es algo muy característico de las películas de Spike Jonze, el cuidado que pone al elegir la banda sonora. En esta ocasión cuenta con colaboraciones de Karen O y Arcade Fire. En determinados momentos, el montaje musical, unido al color de la imagen y la expresividad que transmite Joaquin Phoenix en el papel de Theodore, van mostrando la evolución del personaje, y de la relación con su software, realizando elipsis de guión y agilizando la trama. Un recurso muy típico en este tipo de películas.
Her es una historia de amor reinventado, una historia de la que no estamos tan lejos, ni tan libres. Una historia de amor entre personas, una historia de amor entre entes, pero sobre todo, una historia de amor del ser humano consigo mismo y su más sincera felicidad.


Esta entrada fue publicada originalmente en La Isla de las Cabezas Cortadas, la web friki más elegante, el 20 de Enero de 2014, y la podéis ver aquí.

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