martes, 4 de agosto de 2015

HE VISTO... Quien puede matar a un niño.


La primera vez que vi esta película no existía ni internet. La echaban en La 2, exactamente igual que hace unos de días, y es que La 2 le debe mucho a Chicho Ibáñez Serrador. Y yo también. La cantidad de capítulos que he visto de Historias para no dormir desde el marco de la puerta del hall de casa de mis padres, porque según empezaba me echaban a la cama, que salían rombos... Y además yo era una miedica de libro. Pero allá iba yo, con todo el sigilo y la paciencia que requería pasar por detrás de los sofás donde estaban sentados ellos, hasta que me acomodaba detrás del quicio de la puerta. Viviendo al límite.

Una película que, a pesar de ser del año 76, recién muertos el perro y la rabia de este país (se nota porque vemos teta gratuíta), sigue impresionando como el primer día y deja alucinados a los que la ven por primera vez. Putos niños...

La historia va de Tom y Evelyn, dos guiris recién casados que, en un alarde de originalidad, se vienen a la costa española de luna de miel.. Decepcionados por el jaleo que conlleva ir de vacaciones a una playa mediterránea deciden alquilar una barca e irse a una isla donde Tom pasó un verano de joven. Allí esperan encontrar toda la paz y tranquilidad que buscan. Pero, cual es su sorpresa cuando ven que en la isla habitan cuatro adultos y medio, y está plagada de niños que corretean solos de acá para allá ¿Quéocurre en esa isla y por qué los cuatro adultos y medio que había también van desapareciendo? Un extraño fenómeno se ha apoderado de los niños de la isla que los hacen acosar, perseguir y asesinar a todos los adultos que se encuentran, como una horda de zombis enanos, desquiciados por "jugar" con los mayores.

Basada en la novela de Juan José Plans, Chicho Ibáñez Serrador creó una de las obras de terror más emblemáticas del cine español. Mítica donde las haya y con reminiscencias a otros clásicos del terror como El Pueblo de los Malditos o La Semilla del Diablo. Putos niños endemoniados, los malos ratos que nos hacen pasar...

¿Quién puede matar a un niño? contiene secuencias que igualan en la escala de acojone a cualquier slasher en penumbra, pero a plena luz de día, con la fotografía y estética de un spaguetti western rodado en Almería y con el alma de una película gore. Evidentemente no hay vamos a ver los ríos de sangre a los que nos tienen acostumbrados ahora, pero la que sale no está nada mal lograda y sólo la estampa que tienes delante te pone los pelos de punta. Putos niños, de verdad, lo que acojonan, así, todos en masa. Además toda la película está acompañada por la tremenda banda sonora que creó Waldo de los Ríos para la ocasión, y el efecto es el que se pretendía, tensarte los músculos y chirriarte en la cabeza para favorecer la sensación de claustrofobia que transmiten los escenarios y las persecuciones. Las calles y estancias de la isla donde se desarrolla todo el cotarro parece que se repliegan sobre sí mismas, como un laberinto del que salen niños de cualquier recoveco, avanzando y avanzando...


Al final descansan en paz, que era lo que querían. 

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