Bryan Singer dirige al nuevo reparto y al antiguo de la saga en una sola película, que ha cosechado el mayor éxito de taquilla de toda la saga, provocado por los grandes niveles de hype que ha desatado su campaña de publicidad (sobre la que me explayo más abajo)
En esta entrega los mutantes de Charles Xavier (Patrick Stewart), los pocos que quedan, incluído el supervillano Magneto (Ian McKellen) se encuentran en un futuro distópico, en el que luchan por su propia supervivencia, amenazada por los Centinelas: unos seres de gran tamaño que basan su genética en el ADN cambiante de Mystica (Jennifer Lawrence) que ha sido robado en el pasado.
Con ayuda de Shadowcat (Ellen Page), Lobezno (Hugh Grrrr-Jackman) viaja al pasado, donde deberá encontrarse con el propio Charles Xavier (James McAvory) y Bestia (Nicholas Hoult), liberar a Magneto (Michael Fassbender) junto a Quicksilver (Evan Peters) y evitar que el profesor Trask (Peter Dinklage, más conocido como Tyrion Lannister) robe el adn de Mystica, cree los centinelas y así salvar a los mutantes en el futuro. Hostias en el pasado, hostias en el futuro. Los actores de siempre y los de nueva generación juntos en una peli, que además corrige discrepancias de otras entregas. Pues bien.
Oooootra peli de X-Men. ¿Cuántas van ya? ¿Cuántas nos quedan? ¡Qué más da! Hay que vender cine. Y si es entertaiment-cinema no hay que darle muchas vueltas. Se hacen todas las secuelas y precuelas necesarias, porque, a veces, y sólo a veces, molan. Y esta mola. Aunque te vendan lo que no es, aunque la publicidad y los carteles promocionales se basen en personajes que no tienen "papel" en esta historia, todos corremos como locos a ver la nueva entrega de la saga.
El mejor ejemplo que puedo poner es el de Tormenta (Halle Berry), que no pinta nada, pero aparece en las promociones y en el cartel de la peli, y sí, levanta una tormenta, pero perfectamente se podía haber resuelto el guión sin ella. Pero claro, entre la tirria que se tiene a Jennifer Lawrence, que encarna a Mystica, verdadera protagonista femenina de la secuela-precuela, y que los guionistas escriben con más miedo que vergüenza, nos venden el producto mediante una publicidad cuanto menos engañosa. Tengo suerte de no seguir los cómics americanos en general, porque mis expectativas... bueno, no tengo expectativas. Las veo y me gustan o no. Punto.
Esta sí me ha gustado. Y no tengo que preocuparme de si ATENCIÓN! SPOILER! Colosus (Daniel Cudmore) está vivo, muerto, si en la escena post-créditos de X-Men 3 sale o deja de salir. Eso os lo dejo a los fans acérrimos, que bastante tiene una ya con sus taras mentales a la hora de ver una película.
Super efectos especiales, muy bien hechos y muy creíbles que te hacen pasar dos horas muy a gusto, a tope de X-Men.
Desde Rusia con amor... (que aunque nos vayamos de viaje tenemos que seguir devorando películas).



Pero realmente ante lo que estamos es ante una gran historia de amor. Bueno, de dos. El guión consta de dos partes claramente diferenciadas en las que se diseccionan los dos amores de Jiro Horikoshi, los aviones y su esposa Naoko. A través ellos, Jiro se nos presenta como un personaje romántico, inmerso en una obra que desprende romanticismo en cada uno de sus planos. Y no, no me refiero al romanticismo de los actos en pareja, que también. Me refiero a ese pensamiento soñador, que se crea a si mismo, mezclando lo real con lo onírico, con una musa platónica, lánguida y débil… vamos, que Bécquer degustaría muy feliz su cubo de palomitas viendo esta obra de arte.
Otro de los puntos fuertes de los estudios Ghibli es la animación, faltaría más. Siempre me ha llamado mucho la atención el movimiento y peso de la ropa de los dibujos de Miyazaki, siempre hinchada por el viento. En esta ocasión está tremendamente justificado y majestuosamente conseguido. Desde el primer momento asisitimos a grandiosas escenas de vuelo, hipnóticas, típicas en las películas de este genial director, que nos hacen pensar que las anteriores no eran más que ensayos para la creación de éstas.




