lunes, 6 de enero de 2014

HE VISTO... Dead Silence


Tenía una cuenta pendiente con Dead Silence (2007). Tras el exitazo de Saw en 2004, numerosos títulos de pseudo terror han invadido nuestras pantallas, y la siguiente de James Wan, se quedó en mi lista de pendientes, parecía que, para siempre. Pero al fin he conseguido tacharla

Dead Silence comienza con Jamie Ashen (Ryan Kwuanten), un joven que vive junto a su esposa, y que recibe un paquete anónimo con un muñeco de ventriloquía dentro, que parece tener vida propia. Ella le cuenta, entre risas, lo que recuerda de la leyenda de Mary Shaw, y esa misma noche muere en extrañas circunstancias. 
Jamie viaja a su pueblo natal para averiguar las causas de la muerte de su esposa e, instalado en casa de su padre y de su nueva esposa, descubre la verdadera leyenda de Mary Shaw, una ventrílocua que vivía en su mismo pueblo y buscaba crear su muñeco perfecto. Tras morir linchada pidió ser enterrada con los 101 muñecos que había creado, pero por algún motivo, Billy, que así se llama el muñeco que recibe el protagonista, no está enterrado junto a los demás...

La historia, como suele ser habitual, está firmada por el propio Wan, y, el ya reputado guionista, Leigh Whannell, pareja que funciona a la perfección en el género de terror. Es simple pero convincente, bien iluminada y rodada con corrección, a priori, atrayente, pero un par de errores en el diseño de los personajes hacen que la historia vaya despacio y se torne en ciertos momentos, aburrida. 

Me da la impresión de que se ha confiado mucho en el peso de la historia, que no está mal no se me malinterprete, la idea es buena, pero no se ha prestado mucha atención al fondo de los personajes, que simplemente están ahí, resultan vacíos y se lían en esa maraña que resulta de mezclar realidad y ficción.

Para rematar, el policía interpretado por Donnie Wahlberg, un personaje que no aporta nada, ¿qué hace ahí? Se supone que va a asegurarse de que el protagonista, sospechoso de la muerte de su mujer no escape tras el funeral, que va de poli malo, y que se pasa la película interfiriendo de malas maneras en los descubrimientos del prota, hasta que, sin motivo aparente es el poli bueno y ¡se pone a ayudar en la investigación! Lejos de hacer avanzar la trama, en la mayoría de los casos hace que vaya más lenta.

La falta de guiños al espectador, de sustos y de bromas macabras, hacen que se eche en falta el ritmo ágil y desenfadado que, por suerte, Wan ha corregido y ha hecho propio en  producciones más recientes.


Pero lo que más chirría de todo es, lo que me ha parecido un error de principiante, aprovechar el triunfo de Saw e innovar bastante poco.

La estructura de la película, y sobre todo el montaje del final, te recuerdan tanto a la primera, que no puedes evitar comparar una y otra vez, y sí, ésta sale perdiendo... 
Por si no eres muy avispado en el tema del montaje, la mala de la película se apellida Shaw.
Y por si tampoco te convence la sutilidad del guiño, tenemos a Billy, el muñeco de ventrílocuo, que es el de Saw antes de entrar en modo-joker y maquillarse para la ocasión.

No todo van a ser malas críticas. Se agradece que el final, influenciado por Saw o no, sea diferente, y se distancie del típico susto detrás de la puerta.
Como ya he dicho, la realización y a iluminación están muy cuidada, imprescindibles, para, al menos crear una buena atmósfera de suspense, sin lo que el cine de terror no tiene nada. El efecto del foco cenital sobre el payaso en la mecedora le pone los pelos de punta a cualquiera.

No tiene mucho que destacar, y, viendo la filmografía del director, no es la obra que recomendaría en primer o segundo lugar, pero los habituados al cine de terror, concedemos bastantes licencias, y no está mal para entretenerse una tarde tonta.


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