Julian (Ryan Gosling), un fugitivo estadounidense dirige un club de boxeo en Bangkok, que realmente es una tapadera para traficar con drogas. Tras un ajuste de cuentas, su hermano, Billy, es asesinado. La madre (Kristin Scott Thomas) de ambos y jefa de una red criminal viaja con la excusa de repatriar el cadáver de su hijo, pero lo que realmente quiere es que Julian vengue la muerte de su hermano.

Quizá muchos opinen que no hay nada más
detrás de toda esa violencia explícita, pero, personalmente, me he
encontrado con una inteligencia y elegancia visual que me ha engatusado,
envolviéndome, como si fuera un caramelo, una historia de venganza y
dignidad. La búsqueda de la redención que sólo llega a través de la
violencia.

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Cada plano está cuidado hasta el extremo
de parecer un cuadro del más auténtico Tenebrismo con una iluminación
exquisita y terriblemente complicada. Para los que no estén muy
familiarizados con el Barroco, comento por encima que el Tenebrismo es
una rama del Claroscurismo, representada sobre todo en la obra de
Caravaggio o José de Ribera, en la que se conseguía un violento
contraste de luces y sombras, forzando la iluminación en determinados
puntos o ensombreciendo zonas para reforzar el horror y la crueldad. La
vertiente más violenta del Tenebrismo vino de la mano de Artemisa
Gentileschi.
Hecho el inciso cultureta de la semana,
que creo importante para entender la impresión que ha causado en mi Only
God Forgives, tengo que destacar y alabar la dualidad intrínseca en
cada imagen, dando importancia a los espacios, más como si fuera una
fotografía que una imagen en movimiento, haciendo, en muchos de los
casos, que la propia iluminación sea parte de la decoración.
Por un lado, el contraste de luces y
sombras, perfectamente conseguido, donde cada elemento está colocado e
iluminado de manera específica para que adquiera el peso que le
corresponde en la imagen. Por otro, la dureza del contenido cada plano,
que te bombardea la retina mientras el cerebro casi entra en éxtasis por
la belleza de la composición y del color.

Winding Refn ha sabido aprovechar el
impacto de la profundidad de campo, la composición con diagonales y
tercios perfectos, y la repetición de planos y cuadros, creando un ritmo
interno, que puede resultar lento, pero hace que todo baile al son de
una melodía interna, dejándonos espacio para disfrutar entre secuencias
así como un estribillo nos deja disfrutar entre las estrofas.
Esta entrada fue publicada originalmente en La isla de las Cabezas Cortadas, la web friki más elegante, el 29 de Octubre de 2013 y la podéis ver aquí.
Me interesa lo que comentas de historia de venganza y tal, pero tengo un poco de miedo porque para eso, tengo a los coreanos en un pedestal xDDD
ResponderEliminarMe la apuntaré para verla más adelante :)